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ENTREVISTA
Francisco Mora
Doctor en Neurociencias y catedrático

Brinda doce claves de unbuen envejecimiento. Y considera capital lo de comer poco y hacer ejercicio.
-En realidad, el envejecimiento y cómo se desarrolla depende fundamentalmente de los estilos de vida del individuo, que determinan el 75 por ciento de nuestro éxito en esas dos terceras partes de nuestra existencia que son envejecer.

Pero, además de las claves más trilladas, se han descubierto dos nuevas. Una, la que llamamos «apagón emocional». Hay gente que se muere y cuando se le hace la autopsia se averigua que el fallecimiento no se ha justificado en ningún fracaso orgánico. Y cuando se ha analizado su historia clínica se ha visto que son estas personas que renuncian a actividades porque «yo eso ya lo he visto», «eso ya lo he hecho»...

-¿Víctimas de la falta de incentivos?
-¡De la falta de emoción por la vida! Algo así como un «hasta aquí he llegado». Y el organismo se va apagando.

-¿Eso les ocurre sólo a los cenizos? ¿O quizá a raíz de traumas como enviudar?
-No. No hay motivo concreto. El origen está en la suma de esos factores que determinan que un individuo sano acabe no teniendo ilusión por viajar, por cualquier tipo de relación personal o por un algo más allá de decir «dejadme tranquilo». Por eso yo explico que la emoción es una hoguera interior que hay que alimentar. Y el consejo es: si una amiga o un amigo te dice «vámonos a París tres días», aunque se te haga cuesta arriba, acéptalo.

-Apagón emocional aparte, aún no me ha hablado del segundo hallazgo novedoso de su dodecálogo.
-¡Es uno muy curioso! Hasta hace poco se pensaba que el ejercicio físico aeróbico ayudaba a sentirse bien, pero lo realmente impactante es la averiguación de que también tiene que ver con el aprendizaje y la memoria. El que hace ejercicio crea neuronas en el áreadel cerebro que codifica para aprender y memorizar. Y además el ejercicio físico hace aparecer lo que llamamos «factores de crecimiento nervioso» en toda la corteza cerebral, que tiene que ver la capacidad de estar despierto en las relaciones humanas.

-¿Se derrumban así tópicos como el de que no es posible aprender un idioma a edades avanzadas?
-Claro. Es mentira. Como es falso que a partir de los cuarenta años mueran cuarenta mil neuronas al día.

-¿Adiós, en suma, a la asociación de vejez con enfermedad?
-Correcto. Normalmente, cuando se habla de envejecimiento siempre se hace con la connotación de enfermedad. Algo así como lo de «hombre, a la edad que tengo, cómo no me va a doler tal o cual cosa». Y no es así. Esa será la nueva medicina, la que nos dice que no hay nada genético que venga determinado. Es el nuevo concepto de «ambioma». Lo que determina es el ambioma, no el genoma. Hay que decirle a la gente: «Usted no viene predispuesto a padecer una esquizofrenia, ni una depresión ni una arterioesclerosis. Usted tiene genes mutados, sí, pero para que se manifiesten tiene que vivir usted en un estilo de vida determinado».

-¿Alguna otra admonición saludable?
-¡Sí! Es importante que durmamos sin gota de luz. Durante la noche se libera una hormona antioxidante, rejuvenecedora, protectora y reparadora.

-Y una vez alcanzada esa ancianidad plena, ¿de qué demonios nos moriremos?
-Pues de un catarro o algo igualmente banal. Ahora la vida es una curva descendente y pasará a ser una línea recta. ¡Sin enfermedades! El «mundo feliz» de Huxley es una realidad que se infiere de la ciencia de hoy en día.

Un cerebro inquieto
La longevidad saludable es la divisa científica de este español internacional, doctor en Neurociencias por Oxford y catedrático de la Complutense y de la Universidad de Iowa. Ha escrito o editado 33 libros y dirigido 38 tesis.

13.02.2011