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Promocionando enfermedades: medicinas para los sanos


Las farmacéuticas exageran sobre afecciones comunes para captar a más clientes


Dos ejemplos: el debilitamiento de los huesos y la disfunción sexual femenina




Henry Gadsden, ex director de la compañía farmacéutica Merck, dijo hace 30 años que su sueño era producir medicamentos para las personas sanas y así vender a todo el mundo. Con este concepto como principio fundamental, la industria intenta expandir los límites de las enfermedades, ampliando los parámetros del riesgo, publicitándolas e incluso rebautizando afecciones comunes con sonoros nombres.

Así lo explica Joan-Ramón Laporte, catedrático de farmacología de la Universidad Autónoma de Barcelona: “Ahora las principales amenazas para la salud son el colesterol (cualquier cifra de colesterol), la osteoporosis de la mujer, la tristeza, la soledad, la timidez (rebautizada para la ocasión como fobia social), el luto, el complejo de Edipo, el niño inquieto, más recientemente el adulto revoltoso, la impotencia masculina, la calvicie, y en general cualquier causa de malestar” (1).

La revista médica British Medical Journal dedica una edición especial, llamada “En busca de las no-enfermedades”, a describir la tendencia creciente a clasificar como enfermedades los problemas humanos (2). El concepto de disease mongering (promoción ó patrocinio de enfermedades) fue acuñado en este sentido por Lynn Payer como el proceso de “tratar de convencer a gente sana de que está enferma, y a gente levemente enferma, de que está muy enferma”.

El fenómeno de disease mongering ha ido cobrando protagonismo en los últimos años y son cada vez más frecuentes las advertencias a profesionales y pacientes de los efectos de las campañas de la industria. En el año 2006 se celebró el primer congreso monográfico sobre el tema en Newcastle (Australia) que concluyó con la publicación de un número especial de la prestigiosa revista PLOS Medicine en el que se exponían las principales conclusiones del encuentro (3). Los firmantes instaban a los políticos a promover definiciones claras de enfermedad sin ningún tipo de influencia de la industria a la vez que reconocían el papel fundamental de los periodistas en la transmisión de una información médica veraz e independiente.



Un ejemplo de las campañas de promoción es la de Lipitor (atorvastatina), de Pfizer, en Francia y Canadá. En el anuncio aparecen los pies de un cadáver en una morgue con una etiqueta en el dedo que reza “Causa de muerte: Ataque al corazón” junto con un titular que invita a elegir entre “un test de colesterol o un examen final”.

Otro ejemplo es el de la osteopenia, una fase previa a la osteoporosis por baja mineralización de los huesos. Desde hace años existe una intensa campaña mediática de concienciación al respecto y cada vez más mujeres se tratan preventivamente. Sin embargo, existen dudas de la eficiencia de esos fármacos, inicialmente aprobados para la osteoporosis, en el tratamiento de la mucho más común osteopenia. El médico Pablo Alonso expone que este es un caso donde se sobrevalora “el riesgo de estar en riesgo” mientras que los efectos secundarios de los fármacos pasan a un segundo plano (4). Hasta la propia definición de la enfermedad está sometida a controversia, algo muy común en los casos de promoción de enfermedades, ya que desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) se proporcionan unos datos para identificar la osteopenia que desde la propia organización se consideran “algo arbitrarios”. En Madrid, la Consejería de Sanidad exigió en 2007 a Lilly y Procter & Gamble que suavizaran la promoción de sus fármacos contra la osteoporosis (Evista y Actonel).


Foto - "Actúe desde temprano con Actionel (...) para revertir la pérdida de huesos y prevenir fracturas"



Un caso paradigmático: la disfunción sexual femenina

En 1998 la salida al mercado del conocido Viagra supuso una revolución en el sector farmacológico; 17 millones de hombres fueron recetados dicho medicamento y el volumen de ventas tan sólo en 2001 superaba los 1500 millones de dólares. En este contexto no fueron pocos los que se preguntaron cómo se podría obtener un fármaco similar para la otra mitad de la población. A pesar de las dificultades para definir sus síntomas (no hay equivalente femenino de la falta de erección), en 1998 se celebró la primera conferencia internacional, financiada por 8 compañías farmacéuticas, en la que se estableció un consenso clínico sobre una nueva patología: la disfunción sexual femenina. Dieciocho de los 19 autores firmantes tenía lazos económicos con la industria.

Un año más tarde, en un artículo publicado en la revista JAMA se definió la prevalencia de la enfermedad a través de una encuesta a mil quinientas mujeres americanas. El diseño de la encuesta, ampliamente críticado por sus sesgo, permitió identificar como enferma a cualquier mujer que hubiera manifestado falta de apetito sexual en los últimos dos meses, independientemente de su situación personal. El resultado fue que un 43% de la población femenina sufría de disfunción sexual (5).
Foto - Itrinsa, los parches contra la "disfunción sexual" de las mujeres, prohibidos en EEUU

Aquel era un mercado suculento. En los siguientes 2 años las conferencias internacionales y reuniones de expertos en la materia se sucedían, al tiempo que crecía el interés de la industria: 20 compañías financiaron el último encuentro en 2001. Y de forma paralela, ingentes esfuerzos se dedicaban al desarrollo de un fármaco. Sin embargo, en estos años parte del sector sanitario y académico comenzó a mostrarse crítico y preocupado por la influencia de la industria en la definición de nuevas patologías. La creciente concienciación por el fenómeno culminó en 2004 cuando la agencia reguladora del medicamento en EEUU impidió la comercialización del primer tratamiento para la disfunción sexual femenina, unos parches de testosterona de los laboratorios Procter & Gamble. En la presentación de unos ensayos clínicos dudosos, los beneficios del tratamiento se sobredimensionaban al tiempo que unos efectos secundarios nada desdeñables (cáncer de pecho, enfermedad cardiaca) eran tratados como riesgos asumibles.

A día de hoy, la disfunción sexual femenina sigue sin tener una definición convincente. Sin embargo, al contrario de lo que se podría pensar después del revuelo que causó el primer intento de tratamiento, la industria no se ha dado por vencida. En este sentido se acaba de publicar un libro sobre las vueltas de las farmacéuticas en su intento por conseguir un tratamiento para esta supuesta enfermedad. El último ejemplo se dio en junio de este año cuando un comité de expertos externos consultados por la agencia americana del medicamento (FDA) desaprobó la comercialización de flibanserina, la última versión de lo que se ha comenzado a denominar “viagra rosa”. Como suele suceder, el desarrollo del fármaco fue acompañado de una campaña de concienciación sobre el problema antes de su lanzamiento.

La sección de salud del diario inglés Daily Mail, particularmente notoria por su falta de credibilidad (hay una web, kill or cure?, que recopila de forma cómica las incongruencias de sus noticias sobre productos que a la vez curan y causan cáncer), promociona el viagra rosa en un artículo reciente. Presenta el problema de la disfunción sexual femenina como uno de los retos de la industria cuya solución “haría sentirse realizadas a miles de mujeres que sufren de frustración sexual”. A falta de tratamiento específico, se sugiere de forma poco prudente que el Viagra masculino también puede ser efectivo en mujeres. La noticia está además adornada con testimonios de actrices famosas (como la popular Samantha de Sexo en Nueva York) alabando los efectos del Viagra.

Para completar el proceso de sensibilización también encontramos una serie de cuatro documentales en Discovery Channel llamados “Entendiendo el deseo sexual femenino” que han sido promocionados por Boehringer Ingelheim, la misma compañía que desarrolla el tratamiento. En el otro lado de la balanza está la “New view campaign”, un movimiento que bajo el lema “¿sexo por nuestro placer o por su beneficio?” pretende acabar con la idea interesada y simplista de que los problemas sexuales son puramente médicos y se pueden acabar con mágicas curas. Otra iniciativa más para llamar la atención de una situación que se prolonga en el tiempo.

Ray Moynihan, periodista e impulsor del movimiento contra la promoción de enfermedades,resume el objeto de la necesaria concienciación sobre el fenómeno: “El público tiene derecho a conocer la controversia que rodea la definición de enfermedad y el curso natural relativamente benigno de muchas condiciones. Es necesario un programa público e independiente de des-medicalización basado, no en intereses de accionistas ni en arrogancia profesional, sino en la dignidad humana” (6).

Illustración: Giovanni Maki para la revista PLOS

Referencias

1. Laporte, R. 2005. Prólogo para el libro de Jorg Blech “Los inventores de enfermedades”. http://www.osalde.org/drupal-5.1/files/boletines/opiniones/OPiniones_11-05.pdf

2. British Medical Journal. 2002; 324 : 883. http://www.bmj.com/cgi/content/extract/324/7342/883

3. PLOS Medicine Disease Mongering Collection. 2006. http://www.ploscollections.org/article/browseIssue.action?issue=info:doi/10.1371/issue.pcol.v07.i02

4. Alonso-Coello, P. 2008. Drugs for pre-osteoporosis: prevention or disease mongering. BMJ; 336 : 126 http://www.bmj.com/content/336/7636/126.extract

5. Laumann, EO et al. 1999. Sexual Dysfunction in the United States. JAMA 281:537-544 http://jama.ama-assn.org/cgi/content/abstract/281/6/537

6. Moynihan, R. 2002. Selling sickness: the pharmaceutical industry and disease mongering. BMJ. 324: 886–891 http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1122833/?tool=pubmed

periodismohumano
Magda Durán: "La menopausia la vivimos 30 años y hay que saber llevarla bien"


La ginecóloga combate en 'Menopausia ¡naturalmente!' la imagen negativa de esta etapa de la vida de la mujer


Cristina Mont

La doctora Magda Durán Jordá ( foto ) es especialista en obstetricia y ginecología y es responsable del Área de Menopausia del Hospital Clínic de Barcelona. También ha sido Presidenta de la Sección de Menopausia de la Sociedad Catalana de Obstetricia y Ginecología. Recientemente ha publicado el libro Menopausia ¡Naturalmente! que pretende acercar la información sobre esta etapa a todas las mujeres de forma fácil y entretenida. ¿Qué debo hacer cuando me acerco a la menopausia? ¿Cómo afronto síntomas como los sofocos o la falta de libido? ¿Hay soluciones? Todas estas son preguntas que a menudo se hacen las mujeres alrededor de los 50 y que ahora pueden consultar en un libro ameno pero riguroso. Hablemos de la menopausia.

 
¿Por qué un libro sobre la menopausia?
El título ya lo dice todo, Menopausia ¡Naturalmente! Quería desmitificar la negatividad y el tabú que rodean este tema. Cada vez se habla más de la menopausia pero se sigue viendo como una cosa muy negativa. Es cierto que es el inicio del proceso de envejecimiento de la mujer pero si la esperanza de vida de las mujeres es de 83 años significa que vivimos más de 30 años en la menopausia. Además también tiene su lado positivo, tienes mucha más experiencia personal y profesional. Pienso que es suficientemente importante como para pensar que sí que hay una serie de cambios pero debes saber llevarlo bien y esto es lo que intento transmitir porque nunca se ha reflejado en un libro.

¿No?
Lo que se había hecho hasta ahora eran publicaciones muy técnicas, nada para la mujer. Nosotros hemos hecho un libro lo más fácil posible, intercalando información y casos clínicos con los que la mujer realmente se siente identificada. Hasta hay un capítulo de conversaciones en la playa, que no es nada más que conversaciones entre mujeres que se encuentran en esta etapa de la vida. Mucha gente se identificará con el libro que puedes leer de arriba a bajo o tenerlo como manual de consulta. Por ejemplo, también hay muchas páginas dedicadas a los tratamientos con plantas, ya que cada vez más las mujeres rechazan el tratamiento hormonal; o a la sexualidad.

¿Por qué con plantas?
Las mujeres orientales manifestaban muy poca sintomatología en la menopausia y eso se relacionó con su dieta, muy rica en soja. En esto hay parte de razón pero no lo es todo. En estos casos son muy importantes los aspectos socioculturales. La mujer europea manifiesta la menopausia como un aspecto negativo porque se relaciona regla con juventud y a la mujer le da la sensación que cuando pierde la regla pierde lo más significativo de su feminidad. En cambio en los países orientales la menopausia se percibe de forma muy distinta. Las mujeres orientales, con los años, adquieren un estatus social muy alto. El culto a los abuelos, que aquí se ha perdido, allí está muy relacionado también con la menopausia. Esto, por ejemplo, hace que las mujeres orientales tengan muchos menos sofocos que las occidentales. Además, por supuesto, del consumo de soja.

¿Qué le dice a una mujer que se acerca a la menopausia?
Le hago ver que es una nueva etapa de su vida en la que estaremos muchos años y que se enfrentaran a una serie de cambios aunque todavía no hayan dejado de tener la regla. Cuando la regla empieza a hacer el tonto hay una serie de requerimientos para prevenir osteoporosis y enfermedades cardiovasculares. Los síntomas a corto plazo no te afectan desde un punto de vista médico pero con los años pueden derivar en estas enfermedades. Por eso es importante hacer prevención. Tan fácil como caminar 30 minutos al día, a las que les gusta el gimnasio perfecto pero si no es el caso caminando 30 minutos al día es suficiente. También es importante tomar el sol moderadamente, absorbes vitamina D, y sobre todo hacer una dieta rica en calcio porque no sabes qué densidad ósea tienes al llegar a la menopausia y los cinco primeros años los huesos pierden mucho calcio. También les advierto de los cambios y síntomas que podrían manifestar.

¿Cuáles son estos cambios?
En la menopausia inicial, lo primero que se manifiesta son los sofocos. También irritabilidad, insomnio, nerviosismo, disminución de la libido, falta de concentración y sudoración nocturna. A medio plazo, cuando ya han pasado unos años, el síntoma principal es la atrofia vaginal. Por eso es importante prevenir este síntoma con cremas de estrógenos ya que si se llega a la atrofia pueden aparecer problemas de infecciones o incontinencia. A largo plazo, si no se hace prevención, ya son las enfermedades cardiovasculares y la osteoporosis. Con todo esto no quiero dar un mensaje negativo sino transmitir la importancia de la prevención y destacar que hay tratamientos para los síntomas. Además hay que tener en cuenta que no todas las mujeres manifestaran los síntomas y también cada una lo hará de forma más o menos acentuada. Por eso es importante ir al médico y conocer las opciones, que pueden ser no hacer nada, hacer tratamientos con plantas o hacer tratamientos hormonales.

¿Entonces, a qué deben estar especialmente atentas las mujeres?
Deben entender que por un lado está la prevención a largo plazo y por el otro los síntomas. Las medidas de prevención contra osteoporosis, las enfermedades cardiovasculares o la sequedad vaginal son lo más importante. El tema de las enfermedades cardiovasculares es curioso porque así como en la edad en que la mujer tiene la regla normalmente son los hombres los que tienen más riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular, cuando la mujer está en la menopausia la tendencia se invierte. Lo que es evidente es que si la mujer llega a la menopausia y es fumadora u obesa el riesgo es todavía más elevado. En este caso la prevención pasa por dejar de fumar o perder peso. Si partimos de que tenemos unos hábitos saludables, lo importante es caminar.

¿Y qué hacemos con los síntomas?
El tratamiento de los síntomas ya es algo más personal. Es la mujer la que debe decidir. Es cuestión de encontrar soluciones. Son las mujeres las que, a partir de la información sobre tratamientos que les dé su ginecólogo, deben aprender a proponer lo que creen que necesitan. Sólo uno mismo sabe cómo le afectan los síntomas y si necesita tratarlos. Realmente hay mujeres que tienen una sintomatología muy acentuada y puede resultar incómodo, pero se puede tratar.

http://www.lavanguaedia.es/
La industria farmacéutica hoy


Cualquier producto que demuestre ser mejor que un placebo puede ser comercializado
La industria gasta el doble en promocionar los medicamentos que en su investigación y desarrollo


Guzmán Sánchez

La industria farmacéutica, encargada de la producción y comercialización de medicamentos, es uno de los sectores económicos más importantes del mundo. La Fortune 500 list – la lista de las 500 mayores empresas del mundo – indicaba en 2002 que el volumen de beneficios de las 10 mayores farmacéuticas superaba los beneficios acumulados de las otras 490 empresas de la lista.

En 2004, las ganancias de una sola compañía, Pfizer, fueron de 11.000 millones de dólares. Más recientemente, en el último cuatrimestre de 2009, Novartis, responsable entre otras de la producción de la vacuna contra la gripe A, ha generado unos beneficios que superan en un 54% los del mismo periodo del año anterior. Estos datos muestran a un sector estratégico, con un gran volumen de ganancias que le permiten gozar de extraordinarias cuotas de poder.



Farmacia de Essen, Alemania (Martin Meissner / AP)
El desarrollo de un nuevo fármaco es un proceso largo y muy costoso, estimado en 300-600 millones de dólares [1]. De las moléculas investigadas, una ínfima proporción llegará al mercado. A partir del momento en que la patente sea aceptada la compañía contará con 20 años de exclusividad en los que intentará recuperar el dinero invertido. Aún así, amortizar el gasto de desarrollo y producción de un nuevo medicamento es una tarea complicada por la intensa competitividad del mercado. Esto explicaría los altos precios de venta. Sin embargo, las cifras presupuestarias de las empresas farmacéuticas sugieren algo distinto. Mientras que la investigación y el desarrollo de fármacos recibe alrededor de un 13% del presupuesto, la parcela dedicada a marketing se sitúa entre un 30 y un 35% del presupuesto anual [2]. Por tanto, se gasta más del doble en promocionar un medicamento que en su descubrimiento y desarrollo.


Pfizer en Nueva York (Juan Luis Sánchez)
Los medicamentos nuevos pueden ser de dos tipos: las ‘nuevas entidades moleculares’ o los conocidos como ‘me too’ (yo también), que son aquellos que ya tienen en el mercado equivalentes químicamente casi idénticos. Estos últimos son los que más proliferan porque son los más rentables. Por un lado, el riesgo es menor porque ya se tiene la referencia del consumo de otros fármacos parecidos y se colonizan mercados previamente establecidos. Por otro, la normativa que regula los ensayos clínicos es lo suficientemente permisiva como para que cualquier producto que demuestre ser mejor que un placebo, pueda ser comercializado. La producción de estos medicamentos que no aportan nuevas funciones es la contribución más importante del sector farmacéutico: asciende a aproximadamente un 75% de los medicamentos aprobados anualmente[2].

El argumento fundamental que esgrime la industria con respecto a la producción de medicamentos ‘me too’ es la mejora de los tratamientos existentes. Sin embargo, hay datos que apuntan lo contrario. Desde 2000 hasta 2006, 441 fármacos ‘me too’ fueron aprobados para su comercialización pero tan sólo 44 (10%) significaron una mejora en el tratamiento [3]. Por tanto, el éxito de ventas de los nuevos productos depende enteramente de una intensa labor de promoción. Un ejemplo de lo anterior es la familia de las estatinas, empleadas para bajar los niveles de colesterol en sangre. La primera molécula fue lanzada al mercado en 1987 y desde entonces cinco versiones de la misma han sido comercializadas con precios cada vez más elevados pero sin evidente mejora. Conforme iban venciendo las patentes, las compañías han ido lanzando nuevas estatinas con ligeras modificaciones que, asociadas a grandes campañas de marketing, mantenían el alto nivel de beneficios. Como comenta Dr. Sharon Levine, director ejecutivo de Kaiser Permanente Medical Group, “Si soy un productor y puedo cambiar una molécula para conseguir otros 20 años de patente, convencer a médicos para que la receten y a pacientes para que la demanden, (…) por qué voy a invertir mi dinero en proyectos mucho más inciertos con nuevas moléculas?”.


Eckehard Schulz / AP

Todavía en este punto se podría razonar que si ese 75% de fármacos redundantes proporciona los beneficios económicos suficientes para financiar los medicamentos realmente importantes, hasta cierto punto se justificaría todo lo anterior. Aunque parece que esto tampoco es cierto. Marcia Angell, profesora de Salud Pública de la Universidad de Harvard y editora durante 20 años de New England Journal of Medicine, la revista médica de mayor impacto junto a The Lancet, pone en duda el carácter innovador de la industria: “Por increíble que parezca, sólo unas pocas drogas importantes han aparecido en el mercado en los últimos años, y estas provenían en su mayoría de investigaciones realizadas en instituciones académicas, pequeñas compañías biotecnológicas, o de centros públicos de investigación como el NIH (National Institutes of Health) en Estados Unidos” [3]. Esto es así en la práctica totalidad de los medicamentos para enfermedades graves como cáncer o SIDA.

En la misma línea argumental, J.Drews, ex investigadora de Hoffmann LaRoche, afirma: “La industria farmacéutica está sustituyendo su antigua organización investigadora por un montaje técnico (…) totalmente incapaz de desarrollar nuevas ideas o conceptos. Las divisiones de investigación de los grandes laboratorios han dejado de ser autónomas y ya no pueden autogestionarse. Están dirigidas por juristas, financieros, vendedores y gerentes comerciales incapaces de imaginar el futuro si no es como sucesión lineal de los desarrollos ya existentes (…) La industria farmacéutica ha creado unas condiciones que eliminan la originalidad, la creatividad y la libertad y favorecen el consenso, la imitación, la sumisión y el espíritu repetitivo”[4].

En próximos artículos revisaremos algunos de los paradigmas del mercado farmacéutico: la relación entre la industria y los profesionales de la salud, el fenómeno de la promoción de enfermedades y la posición de las agencias reguladoras en el control de los abusos de la industria.

Referencias:
1. Martín Moreno, S. 2001. Ética de la prescripción. Conflictos del médico con el paciente, la entidad gestora y la industria farmacéutica. Medicina Clínica Vol.116 Núm. 8 http://www.doyma.es/revistas/ctl_servlet?_f=7216&articuloid=15291
2. Angell, M. 2004. The truth about drug companies. New York Review of Books. http://www.nybooks.com/articles/archives/2004/jul/15/the-truth-about-the-drug-companies/
3. Angell, M. 2007. Health policy, pharmacy and pharmacology talks at Winsconsin School of Medicine and Public Health. http://videos.med.wisc.edu/videoInfo.php?videoid=940/
4. Drews, J. 2006. In quest of tomorrow´s medicines. Springer: New York. p221 (citado en Forcades i Villa, T. 2006. Los crímenes de las grandes compañías farmacéuticas. Cuadernos CiJ. 2006)

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