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Sin perder ni un ápice de ironía, Woody Allen definió su nueva película como la historia de una serie de personajes «perdidos y desilusionados que intentan comenzar de cero».

Sin perder ni un ápice de ironía, Woody Allen definió su nueva película como la historia de una serie de personajes «perdidos y desilusionados que intentan comenzar de cero».

Horrorizado por el paso del tiempo, Allen se siente desengañado con la vejez por no haberle convertido ni en una persona «más sabia, ni más lista», y recomendó a los periodistas que «intenten evitarla: es un negocio nada romántico».

Acudió a la cita con la prensa equipado con sus gafas setenteras de siempre y ese gorro verde de explorador que irremediablemente lleva encasquetado hasta las orejas. Habló sobre su imperecedero desacuerdo con la muerte: «Mi relación con ella sigue siendo la misma, extremadamente en contra»

Allen, que apoyó ayer en Cannes el Centro Oscar Niemeyer de Avilés (se presentó una retrospectiva, un libro, un documental y una muestra), aseguró que antes o después volverá a trabajar en España, ya que su experiencia «fue muy agradable». De Antonio Banderas dijo que es un «buen ser humano» y que en la película realiza «un gran trabajo».

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16.05.2010